El atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay ha conmocionado al país y despertado viejos fantasmas de la violencia política que marcaron profundamente la historia electoral de Colombia. El hecho, ocurrido el 7 de junio en Bogotá, lo dejó en estado crítico tras recibir varios disparos mientras participaba en un acto público.
Miguel Uribe, figura emergente del Centro Democrático y posible aspirante a la Presidencia en 2026, permanece hospitalizado en la Fundación Santa Fe. Según reportes médicos, ha sido sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas tras sufrir heridas en la cabeza, el cuello y una pierna. Aunque su estado sigue siendo reservado, su evolución es vigilada minuto a minuto.
El ataque fue perpetrado por un menor de edad, quien fue capturado minutos después. Las investigaciones han revelado detalles inquietantes: el arma usada fue una pistola Glock adquirida legalmente en Estados Unidos, y se indaga la existencia de una red criminal que podría estar detrás del atentado.
Una historia que se repite
El atentado contra Uribe Turbay revive un patrón doloroso en la historia colombiana, donde las aspiraciones políticas han sido truncadas por la violencia. La década de 1980 fue especialmente trágica: en 1989 fue asesinado el líder liberal Luis Carlos Galán, en 1990 cayeron Bernardo Jaramillo Ossa, del partido Unión Patriótica, y Carlos Pizarro Leon gómez, excomandante del M-19. Todos fueron candidatos presidenciales o líderes de movimientos que buscaban transformar el país desde lo institucional.
Desafíos para la democracia
El atentado ha encendido las alarmas sobre la seguridad electoral a menos de un año de los comicios presidenciales. Organizaciones de derechos humanos, partidos políticos y la sociedad civil han exigido al Gobierno medidas concretas para proteger a todos los candidatos, sin importar su ideología.
El presidente Gustavo Petro, por su parte, ha rechazado el atentado, aunque también ha sido criticado por su respuesta ambigua y por haber promovido en paralelo una consulta popular, lo que muchos consideran una maniobra distractora en medio de la crisis.
Una democracia en juego
La violencia política ha sido una constante amenaza para el sistema democrático colombiano. A pesar de los avances en desmovilizaciones y acuerdos de paz, el país aún enfrenta desafíos estructurales de seguridad, polarización y justicia. El atentado contra Miguel Uribe no es solo un hecho aislado: es un llamado urgente a proteger la vida, el debate político y las instituciones.