En un importante avance hacia la estabilización de las relaciones comerciales, Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo conjunto para la reducción temporal de aranceles sobre bienes estratégicos de ambos países. El pacto establece una disminución significativa en los gravámenes aplicados al comercio bilateral durante un período inicial de 90 días, con la posibilidad de extender la medida sujeta a nuevas rondas de negociación.
El acuerdo, resultado de intensas conversaciones diplomáticas, busca aliviar las tensiones comerciales acumuladas durante años de disputas tarifarias que afectaron múltiples sectores económicos, desde la tecnología hasta la agricultura. Ambas partes señalaron que el objetivo central es crear un entorno más predecible y abierto para los flujos comerciales, en beneficio mutuo.
Aunque los términos específicos sobre los productos involucrados no fueron revelados en su totalidad, funcionarios de ambos gobiernos indicaron que se priorizarán sectores con alto impacto en empleo e inversión.
Expertos internacionales en comercio exterior consideran este paso como una señal de distensión entre las dos economías más grandes del mundo y destacan su potencial para influir positivamente en los mercados globales. Sin embargo, advierten que los avances serán frágiles sin compromisos estructurales más amplios en temas como propiedad intelectual, subsidios estatales y transparencia regulatoria.
El acuerdo es visto también como una estrategia para contrarrestar los efectos de la desaceleración económica global y ofrecer certidumbre a las cadenas de suministro internacionales, afectadas por años de volatilidad política y comercial.
Ambos gobiernos han manifestado su intención de continuar el diálogo en los próximos meses, con el fin de consolidar este acercamiento en un marco de cooperación comercial más amplio y duradero.
