La industria del entretenimiento deportivo vivió este fin de semana un hecho sin precedentes. SummerSlam 2025, uno de los eventos insignia de la World Wrestling Entertainment (WWE), se celebró por primera vez en un formato de dos noches, consolidándose como una apuesta histórica para la compañía tras la experiencia con WrestleMania.
El Allegiant Stadium de Las Vegas fue el escenario de una auténtica fiesta de lucha libre que reunió a 113.722 espectadores a lo largo de dos jornadas, además de millones de televidentes en todo el mundo gracias a la transmisión internacional por Netflix.
La primera noche estuvo marcada por el cierre de la era de Karrion Kross, quien perdió su campeonato en un combate cargado de dramatismo y simbolismo, abriendo la puerta a nuevas narrativas en la marca SmackDown. Sin embargo, el momento más esperado llegó en la segunda jornada, cuando Cody Rhodes derrotó a John Cena en una brutal street fight, coronándose como el campeón indiscutido de SmackDown. El combate, que mezcló nostalgia y emoción, fue aclamado por los fanáticos como uno de los mejores de la última década.
La sorpresa de la velada estuvo a cargo de Brock Lesnar, quien hizo un inesperado regreso a los cuadriláteros tras meses de especulación sobre su retiro. Su aparición no solo encendió al público, sino que también dejó abiertas múltiples posibilidades para las próximas rivalidades en la compañía.
Con esta edición, la WWE demuestra su capacidad de reinventarse y expandir su narrativa en un mercado cada vez más competitivo. El éxito de SummerSlam 2025 no solo ratifica el poder de convocatoria del espectáculo, sino que marca un precedente: los grandes eventos de lucha libre ya no se conciben en una sola noche.
En palabras de los analistas, “la WWE no solo escribió un nuevo capítulo de su historia, sino que transformó para siempre la manera en que los fanáticos viven sus espectáculos”.