Tensión en el Caribe.
Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela ingresaron en una nueva fase de tensión esta semana, luego de que Washington enviara una considerable fuerza naval a aguas del sur del Caribe, cerca de las costas venezolanas. Bogotá destacó su impacto regional, mientras Caracas denunció una afrenta a su soberanía con posibles consecuencias geopolíticas de largo alcance.
1. La respuesta de Maduro: entre advertencias y movilización
El presidente venezolano Nicolás Maduro calificó el movimiento de la flota estadounidense como una amenaza sin precedentes. En una conferencia de prensa en Caracas, acusó a EE.UU. de pretender un cambio de régimen militar, afirmando que la presencia naval representa “la mayor amenaza a Sudamérica en el último siglo”. Exigió el retiro inmediato de las naves y anunció una movilización general, incluyendo la preparación de milicias y tropas, para defender la patria.
Maduro ha elevado aún más la tensión al advertir que estaría dispuesto a proclamar una “república en armas” si considera que Venezuela está siendo atacada.
2. Justificación de EE.UU.: una operación antidrogas, no militar
Desde el gobierno estadounidense—en un contexto liderado por el presidente Trump—se defiende que el objetivo de esta misión naval es enfrentar el narcotráfico en la región. El despliegue incluye destructores clase Aegis, un crucero guiado por misiles y alrededor de 4,000 infantes de marina, acciones que el gobierno califica como una sólida respuesta contra redes criminales transnacionales
3. Reacciones regionales: voz de CELAC y diplomacia caribeña
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) hizo un llamado urgente a mantener “la región como un territorio de paz”, rechazando la militarización como respuesta a la lucha contra las drogas.
Llamados similares provinieron de organismos como CARICOM, cuyos líderes calificaron el despliegue como una provocación que viola los principios de no intervención y respeto a la soberanía.